Danza Sufí – Sama

Orígenes

Se dice que el Sema (samâ) es la cura y el alimento del alma. Miles de años atrás los chamanes ya giraban sobre sí mismos en sus rituales sanadores, y todavía lo hacen. Hace más de ocho siglos, Jalaluddin Rumi (Mawlana), el gran poesta místico sufí de origen persa del S. XIII, instauró en Konya (Anatolia-Turquia) esta bella danza giratoria en la forma en que la conocemos hoy, transmitida por las cofradías sufíes mevlevíes hasta nuestros días.

Símbolos

Todo el universo gira. Podemos levantar la mirada y contemplar las galaxias, o nuestro sistema solar, o podemos ir a lo más minúsculo, como los electrones y protones en los átomos, e incluso observar el movimiento helicoidal de las estructuras del ADN… todo gira. La ciencia ha confirmado que la condición fundamental de la existencia es este girar. La danza del Sema imita este movimiento del universo, pues consiste en girar en relación a un centro, en la dirección del corazón, centro de nuestro ser. Pero el Sema tiene también otros símbolos: la mano izquierda mira hacia arriba, hacia el cielo, y la derecha hacia abajo, hacia la tierra, simbolizando que los dones espirituales que recibimos los damos a la humanidad. Establecer una circulación entre el recibir y el dar es uno de los principios de la salud, ya que aquello contrario es el bloqueo y la enfermedad. Otro de los símbolos del giro es que, según el Corán, miremos donde miremos solo veremos el rostro de Dios. I es que, como dice el gran sufí andalusí de Murcia Ibn ‘Arabī (S XII-XIII): «la creencia de que tu y Él son dos cosas separadas es errónea: sólo Dios (Allah) existe.

Dimensión terapéutica

Nosotros utilizamos el Sema como camino de desarrollo espiritual, pero también como terapia; de hecho, ambos aspectos están estrechamente relacionados. El Sema favorece el autoconocimiento, ya que la música y la danza estimulan la audición interior («samâ» significa literalmente «audición»). Así, por una parte el Sema actúa de espejo donde uno se ve a sí mismo desde la distancia meditativa, cosa que permite la transformación e integración de aspectos difíciles de nosotros mismos, y de otra, los estados extáticos que se consiguen con la práctica continuada producen una profunda transformación, ya que la música y la danza favorecen la expresión de posibilidades latentes en nuestro interior, como el amor o la compasión, así como el acceso al conocimiento superior y esencial. Los sufíes hablan de la unión con el Amado, y toda su práctica se enfoca a este objetivo, y para ello se ayudan de la música y la poesía.

Según UNESCO

El Sema está incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (originalmente fue proclamado en 2005).

Los mevlevi son una orden ascética sufí fundada en 1273 en Konya, desde donde se extendieron progresivamente a través del imperio otomano. Hoy, se pueden encontrar mevlevi en muchas comunidades turcas de todo el mundo, pero los centros más activos y famosos de la actividad de la orden están en Konya y Estambul.

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Los mevlevi son famosos para sus danzas giradoras. Después de un periodo recomendado de ayuno de varias horas, los derviches giradores comienzan a dar vueltas sobre el pie izquierdo en una serie de movimientos de torsión cortos, utilizando el pie derecho para hacer girar sus cuerpos alrededor del izquierdo. El cuerpo del girador ha de ser flexible, debe permanecer con los ojos abiertos pero sin focalizarlos en nada, de modo que las imágenes sean borrosas y flotantes. En sus ceremonias, llamadas Sema, se toca un repertorio musical particular, el ayın. Con una base de cuatro partes de composiciones vocales e instrumentales, es interpretado al menos por un cantante, un flautista (neyzen), un músico que toca el timbal y otro que toca el címbalo. Los bailarines recibían enseñanza durante 1.001 días recluidos en casas (mevlevihane) donde aprendían la ética, los códigos del comportamiento y las creencias practicando el rezo, la música, la poesía y la danza. Después de esta formación, seguían siendo miembros de la orden, pero regresaban a su trabajo y a sus familias.

Como resultado de las políticas de secularización, todos los mevlevihane fueron cerrados en 1925. El gobierno turco comenzó a permitir representaciones de nuevo, aunque sólo en público, en los años cincuenta. Las restricciones cesaron en los años noventa. Algunos grupos privados están reestableciendo el carácter espiritual e íntimo original de la Sema. Sin embargo, treinta años de práctica clandestina han privado a las representaciones de una parte de su significación religiosa, ya que la transmisión se ha centrado en la música y en los cantos, en detrimento de las tradiciones espirituales y religiosas. Hoy día, muchas ceremonias ya no son representadas en su contexto tradicional, sino ante un público de turistas, y se han acortado y simplificado para responder a la demanda comercial.